miércoles, 21 de octubre de 2015

Arte griego II: Arte arcaico (helénico). Escultura.

El significado de la escultura arcaica.

La escultura del arcaísmo tiene un marcado carácter sagrado. Como hemos visto en entradas anteriores, la Grecia prehelénica no tenía escultura monumental y evitaba la representación icónica de sus dioses, que aún se veían como fuerzas elementales.
Con la llegada de los dorios, los dioses se fueron definiendo según la escala humana, con mitos en los que se relata su historia.
La escultura arcaica muestra, primero en madera (xoanon) y más tarde en piedra, imágenes de los dioses con los símbolos que la tradición religiosa asignaba a cada divinidad. También se representan en los frontones de los templos mitos en los que intervienen los dioses olímpicos actuando entre los hombres, 
Si los propios mortales tuvieron cabida en la escultura arcaica es porque de alguna manera habían alcanzado rango divino, como los kouroi, atletas divinizados por haber acumulado victorias o por hacer algo extremadamente piadoso. Elevados a categoría de inmortales, no se representan con rasgos de su vida terrenal y de ninguna forma pueden considerarse retratos. 
Las llamadas korai, muchachas que aparecen al final de la época arcaica alrededor de los templos, pudieron ser figuras votivas, quizá donadas por los fieles, junto a las que se depositaban ofrendas.


Dama de Auxerre
Koré del Peplo
Kuoroi



Evolución de la escultura arcaica.

La escultura griega se centró siempre en la figura humana, Fue precisamente en el arcaísmo cuando los artistas se esforzaron en humanizar la escultura en un doble sentido:

  1. Las imágenes se van pareciendo a los seres humanos, evocan sus sufrimientos y sus anhelos y forman parte de programas iconográficos en los que se relata un mito que afecta a la vida de los hombres.
  2. Las imágenes se hacen más humanas al irse aproximando a la imagen que los seres humanos tienen de sí mismos. Sin embargo, la humanización de la escultura no consiste en parecerse a personas concretas, sino en reflejar lo que los seres humanos son en esencia. Por ejemplo, ya hemos visto que no interesa reflejar lo que distingue a un kouros de otro con sus rasgos individualizados, sino expresar la idea genérica del heroísmo.
En las primeras obras, que se fechan a finales del siglo VII y en el siglo IV a.C., se aprecia mucha influencia oriental que puede recordar a la escultura monumental egipcia: la imagen es frontal, tiene una pierna avanzada, los brazos pegados al cuerpo y un aspecto general hierático, es decir, sagrado.
La sonrisa anima la expresión del rostro, pero es un gesto estereotipado y no expresivo, como de un ser ausente y ya divinizado.
En torno a los años 540-535 a.C. se va sustituyendo la geometrización que segmentaba las figuras humanas por el modelado que define las partes del cuerpo como volúmenes; se va rompiendo el frontalismo de modo que la imagen gira ligeramente, levanta un brazo o rompe de alguna otra forma la simetría.
Sin embargo, la factura de los pliegues del vestido o del pelo de la figura suele evolucionar más despacio y se resuelve con cierto esquematismo geométrico. 
En el paso del siglo VI al V a.C., la sonrisa arcaica desaparece y el artista investiga todavía la forma de integrar la expresión del sentimiento. 

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